Uno de los resultados de los trágicos incendios forestales de Australia es la historia contada por un microempresario que se encontraba entre las personas sin hogar que se refugió en una playa para escapar del incendio. Él declaró que las oraciones de la gente fueron respondidas por Dios.
David Jeffery se convirtió en noticia al informar sobre el escape desesperado a la playa de Mallacoota en medio del devastador incendio. Mientras esperaban para ver si las llamas cesarían, él y los demás tenían la sensación de que el fuego se apoderaría de toda la ciudad costera, y muchos consideraron arrojarse al mar para escapar de ese verdadero infierno.
“Estábamos preparándonos para lo peor. Debería haber sido un día claro, pero estaba oscuro como la medianoche y podíamos escuchar el fuego rugiendo”, dijo Jeffery a BBC News. Dirigió una posada en la ciudad y entendió que lo único que podía hacer era orar pidiendo a Dios que los salvara.
“Pudimos escuchar el rugido del fuego consumiendo el bosque. Parecían mil trenes de carga llegando a nosotros. Luego, una gran ráfaga, como si alguien hubiera abierto la puerta de un horno, nos empujó. Todo era negro. El humo era tan espeso que era difícil respirar”, dijo Jeffery a Eternity News.
El hombre que vivió gran parte de su vida con incredulidad entregó su vida a Jesucristo hace 25 años y desde entonces ha estado en su viaje de fe. En el momento en que pensó que su vida estaba en peligro, utilizó su propio testimonio para alentar a las personas que estaban atrapadas con él, incluso los ateos estaban orando
En el relato del microempresario, un verdadero muro de llamas se acercó peligrosamente a la arena de la playa, y él y otros dos cristianos comenzaron a orar para que Dios les perdonara la vida. “Íbamos a morir. Pero el Señor respondió nuestras oraciones”, recordó.
“Oré, ‘Dios, el fuego nos empuja ahora, necesitamos viento del este’. Tan pronto como dije eso, comenzó a soplar un poco desde el este. Luego hablé más fuerte y [el viento] se hizo más fuerte. Entonces volví a hablar más fuerte y el viento sopló más fuerte”, testificó.
Sintiendo que su oración estaba siendo contestada, Jeffery oró mucho más audazmente y sin preocuparse por lo que los demás podrían pensar de él: “Sentí ese cambio. Me di cuenta de que cuanto más audaz oraba, el viento era más fuerte. Comencé a grita: ‘En el nombre de Jesús, gracias, Señor, por rescatar a estas almas. ¡Empuja el fuego hacia atrás, Señor, sálvanos!”.
La percepción de Jeffery, quien ha vivido en el área durante mucho tiempo, era que un cambio en el viento no ocurriría naturalmente en ese momento, pero Dios que creó el viento hizo que cambiara:
“Lo que Dios hizo fue alejar el guego desde el este, lo cual era imposible, pero Dios lo hizo. Lo hizo durante cinco minutos, lo que bloqueó [el muro de llamas] lo suficiente como para evitar que llegara donde estábamos”, dijo.